Destinar tiempo y espacios para la resolución de problemas es clave para instalar la colaboración docente
En Chile la mayoría de los profesores colaboran entre sí con poca frecuencia. Por otra parte, quienes lo hacen periódicamente manifiestan tener menos estrés. “Si las escuelas generan redes y dinámicas de colaboración para enfrentar juntos los problemas que están surgiendo, podrán encontrar soluciones”, sostiene Bernardita Yuraszeck, directora ejecutiva de la Fundación Impulso Docente.
“Si esperamos que los profesores colaboren de manera efectiva, se les debe dar tiempo para hacerlo”, señala enfática Jenni Donohoo, experta canadiense en eficiencia colectiva. La también autora y consultora de aprendizaje, ex miembro del Consejo de Directores de Ontario, fue parte del seminario “Colaboración docente en Chile: ¿qué dice la ley y cómo la llevamos realmente a la práctica”, organizado por las fundaciones Impulso Docente, Educacional Seminarium junto a Profes con Chile.
Si bien existe un consenso transversal respecto a los beneficios que conlleva la colaboración docente —la ley 20.903 expresa que el trabajo colaborativo y la retroalimentación pedagógica son dos elementos clave para potenciar el desarrollo profesional docente—, llevarla a la práctica es todo un desafío, ya que se requieren herramientas específicas para implementarla.
Lo cierto es que en Chile la mayoría de los profesores todavía colaboran entre sí con poca frecuencia, señaló a principio del 2022 un análisis del Centro de Medición de la Universidad Católica (MIDE UC).
Según el estudio, dos de cada tres lo hacen de manera incipiente o esporádica, en actividades que requieren escaso nivel de compromiso e intercambio. Mientras que 14% participa en actividades conjuntas entre diferentes cursos y grupos de edad, y solo 6% considera común observar las clases de otros para dar su retroalimentación. A su vez, el análisis reportó que los docentes que señalan trabajar colaborativamente con más frecuencia reportan menos estrés en su trabajo.
Otro desafío es que existen percepciones negativas en torno a ella, por ejemplo, que implica más carga para los docentes. Ante esto, Donohoo señala que parte de esa sensación se explica porque existen errores comunes en su implementación, por ejemplo, no destinar tiempo y espacios concretos para trabajar colaborativamente y a través de metodologías efectivas orientadas a la resolución de problemas.
En esa misma línea, el Centro de Perfeccionamiento Experimentación e Investigaciones Pedagógicas (CPEIP), describe que para implementarla hay que “asegurar la participación activa y comprometida de todos los miembros, promover relaciones simétricas y recíprocas en el grupo, desarrollar interacciones basadas en el diálogo y la reflexión pedagógica, y llevar a cabo encuentros frecuentes y continuos en el tiempo”.
A esto Jenni Donohoo suma la importancia del foco. Ella sostiene que la colaboración docente es más efectiva cuando está orientada a la mejora de la instrucción. “He visto a maestros reunirse y usar ese tiempo común para cosas que podrían lograr solos de manera más eficiente. Es cuando los profesores se unen para participar en la resolución de problemas conjunta que la creación de redes se vuelve más ventajosa y beneficiosa”, agrega.
¿Cómo se implementa la colaboración en Chile?
Una de las razones que inspiró la creación de Impulso Docente fue contribuir con el desafío de empujar la colaboración docente en Chile a través de metodologías innovadoras. Para ello, se diseñaron distintos programas contextualizados a las aulas del país.
Entre los establecimientos que han participado está la Escuela Juan Williams de Punta Arenas. “Los docentes aprendieron en su lugar de trabajo en interacción con los pares y a partir de la reflexión de su propia práctica. Así, en forma conjunta, identificamos, reflexionamos y buscamos soluciones a problemas que viven los docentes diariamente en su quehacer educativo”, comparte Hilda Iribarren, directora de la escuela.
“Ante los múltiples desafíos que atraviesa el sistema educativo en la actualidad, pareciera ser que la colaboración no encabeza la lista de prioridades, pero lo cierto es que, si las escuelas generan redes y dinámicas de colaboración efectivas para enfrentar juntos los problemas que están surgiendo, podrán encontrar soluciones ajustadas a su propia experiencia y contexto”, sostiene Bernardita Yuraszeck, directora ejecutiva de la Fundación Impulso Docente.